SEBASTIÁN PIVOTTO.

“No es normal tener una serie que tenga un mensaje tan positivo, porque generalmente tienen una temática más confrontativa para retratar, principalmente, las miserias de la sociedad. ESPARTANOS no es una comedia, pero es una ficción dramática que apunta a otra cosa”, anticipa SEBASTIÁN PIVOTTO.

¿Cómo surgió el proyecto de ESPARTANOS?

El proyecto me llegó a través de la productora Pegsa, que había sido la creadora de la idea original y se la había alcanzado a Disney, con mucho empuje por parte de AGUSTÓN PICHOT, quien conocía muy bien a COCO ODERIGO y a la Fundación Los Espartanos. Me puse a investigar la historia de la Fundación, de la cual no tenía conocimiento. Lo conocí a COCO, fui a la Unidad 48 y me sumergí en ese mundo. Me encontré con una historia increíble, un proyecto con una calidad humana maravillosa. Sentí la responsabilidad de transmitir, con el mayor respeto posible, el espíritu de los Espartanos. Fue un regalo del cielo y me lo tomé como algo muy personal, porque en ese momento de mi vida yo pasaba por una situación complicada. Me ayudó muchísimo el contacto con el espíritu espartano para poder sobrellevar mi momento personal y, obviamente, creo que eso se tradujo también en la pasión que le puse al proyecto.

Respecto a los presidiarios, se debate si “castigo” o “justicia”; en la serie se menciona la idea de “siempre reinciden”. ¿ESPARTANOS interpela a la sociedad?

Creo que vivimos en un momento en el que el prejuicio está muy arraigado en la sociedad. Y la Argentina no escapa de ello. Todo es bueno o malo, no hay grises. Y si no pensás como yo, sos el enemigo. Me parece que ESPARTANOS rompe con el prejuicio de esa barrera, teniendo en cuenta que el castigo tiene que ser acorde a lo que dictaminó la justicia por los crímenes que se hayan cometido. No se habla de “perdonar”, se habla de dar segundas oportunidades, después de haber cumplido el castigo que se haya percibido. En ese sentido, recuerdo que cuando leí el guion tuve algunos prejuicios y cuando descubrí, investigué y me sumergí en el mundo de ESPARTANOS, esos prejuicios, de pronto, desaparecieron.

ESPARTANOS se basa en un ejemplo real de inclusión social por el deporte

Las cadenas de streaming se piensan siempre desde la idea de un espectador transnacional. ¿Restringe la creatividad de los creadores audiovisuales este aspecto? ¿ESPARTANOS es un producto local y, a la vez, de proyección internacional?

Es verdad que, a diferencia de una película independiente, de autor, obviamente uno tiene que hacer ciertas concesiones o tiene más reuniones. Pero en este caso en particular, la verdad es que la libertad que tuve para realizar la serie fue casi total. Incluso las propuestas que llevé, tanto en lo estético como para el casting, fueron totalmente aceptadas por Disney. Lo siento como un proyecto propio, de Pegsa, de los autores, de todo el elenco. Todos los que hicimos este producto lo hicimos sintiendo ese espíritu de hacer algo que, realmente, en todas las facetas, tenía una calidad y una cualidad de autor en todos los rubros. La historia de los ESPARTANOS es universal, no importa si es en la Argentina, en Kenia o en una cárcel de España. Los contextos pueden variar, pero las historias y las segundas oportunidades se dan en todo el mundo. Es verdad que hay cierta homogeneidad en los productos que se hacen en las plataformas que, a veces, te hace difícil diferenciar si un producto está hecho en América, Europa o Asia. Pero no creo que sea en este caso.

¿Cuáles fueron los principales desafíos técnicos a la hora de rodar en la cárcel y en un contexto deportivo?

De las 64 jornadas de filmación, un poco más de la mitad fue dentro de la Unidad 48 de San Martín. Fue muy complejo, porque a pesar de que tuvimos toda la ayuda del sistema penitenciario, de los directores de cada unidad y de la Alcaldía, había muchos protocolos de seguridad que había que seguir, lo cual hacía mucho más dificultosa la entrada y la salida del lugar. Al mismo tiempo, no teníamos baño ni se podía entrar el catering. Cada salida, cada entrada, agotaban mucho el reducido tiempo que teníamos de grabación, además de que no teníamos sombra en los lugares donde grabamos. Fue muy duro. Pero, pese a eso, nos sentimos muy bienvenidos y ayudados por la guardia penitenciaria y los internos, que sabían que estábamos haciendo una serie, que era importante, para ellos, que se conociera.

Se grabó en la Unidad 48 del Complejo Penitenciario de San Martín (Provincia de Buenos Aires)

Hay, desde GUILLERMO PFENING, un grupo de actores con un reconocido recorrido. ¿Trabajaron con “actores no profesionales” también? ¿Cómo fue la dirección actoral antes y durante el proceso de rodaje? ¿Trabajaron con coach actoral?

Desde el primer momento, yo quería transmitir verosimilitud con la historia y darle el mayor realismo posible. Hablando con el director de casting, LEO RODRIGUEZ, tomamos la iniciativa de proponerle a Disney combinar actores con experiencia, actores con muy poca experiencia, actores que conocieran el mundo penitenciario y “gente real”. Queríamos gente que tuviera conocimiento del rugby, aunque no fueran actores, que conocían la historia de ESPARTANOS, porque ellos lo eran. Y, principalmente, hicimos un casting a los espartanos en libertad. Nos sorprendió a todos, porque encontramos personas que estaban muy capacitadas para realizar el trabajo, aunque no tuvieran experiencia actoral. Disney confió en mi dirección y no hubo coach actoral. GUILLERMO tuvo a su lado a COCO ODERIGO, contándole sus experiencias, sus sentimientos. Y fue maravilloso, porque se hizo un grupo muy fuerte que se nutría, día a día, de las experiencias. Y yo alentaba esto todo lo que podía, porque sabía que, en algún momento, se iban a mimetizar y, de pronto, no ibas a saber diferenciar quién era actor y quién era un exconvicto.

¿Cómo ves el panorama actual del streaming para los creadores argentinos?

Lo veo complicado… Venimos de dos años en que la producción nacional ha caído mucho y no creo que este año vaya a ser diferente. Las plataformas siguen produciendo acá pero se están llevando muchas de sus producciones al exterior porque son mucho más competitivas y los costos empiezan a ser mejores en otros lugares. Ojalá que el gobierno cambie su política cultural y pueda darse cuenta de que la producción nacional de audiovisuales es parte de nuestra identidad y nuestra soberanía. Espero que las plataformas sigan apostando por productos que tengan una identidad propia de todos los países y apuesten por las miradas de autor, que sepan escuchar a los directores, a los guionistas, a los creadores. Y que estos puedan trabajar con esa libertad artística que hace que un producto tenga un punto de vista diferente, original y único.

ESPARTANOS, una serie que aclara muchos prejuicios

Por Ezequiel Obregón